Esopo
(S.VI a.C.) Escritor griego. Fabulista griego. La Grecia
clásica atribuyó a Esopo la invención de este género, igual que asignó a Homero
la paternidad de la épica. Hasta muchos siglos después no se dudó de la
existencia efectiva de ambos, señalando además la perfecta antítesis entre las
dos figuras: Homero como cantor de las gestas de los héroes, Esopo como
retratista de la plebe, de las debilidades humanas bajo aspecto de animales. En
ambos casos, numerosas ciudades se disputaron el honor de ser su cuna.
Pocos datos seguros existen sobre la biografía de Esopo, siendo
rodeado de elementos legendarios, quedando definitivamente cubierto por la
ficción y la fantasía cuanto pudo tener de histórico. Pero que un historiador
de tanto crédito como Herodoto lo describe como un esclavo de un ciudadano de
Samos que había vivido en la centuria anterior. Según una tradición muy
difundida, Esopo nació en Frigia, aunque hay quien lo hace originario de
Tracia, Samos, Egipto o Sardes. Sobre su físico, se hallan recogidas en la Vida
de Esopo, publicada en el siglo XIV al frente de una recopilación de sus
fábulas preparada por el monje benedictino Máximo Planudes. NO SE SABE CON
EXACTITUD LA FECHA DE SUNACIMIENTO NI FALLECIMIENTO.
RELATO HISTORICO.- Se cuenta que Esopo fue esclavo de un tal
Xanto o Janto de Samos, que le dio la libertad. Debido a su gran reputación por
su talento para el apólogo, Creso lo llamó a su corte, lo colmó de favores y lo
envió después a Delfos para consultar el oráculo y para ofrecer sacrificios en
su nombre y distribuir recompensas entre los habitantes de aquella ciudad.
Irritado por los fraudes y la codicia de aquel pueblo de sacerdotes, Esopo les
dirigió sus sarcasmos y, limitándose a ofrecer a los dioses los sacrificios
mandados por Creso, devolvió a este príncipe las riquezas destinadas a los
habitantes de Delfos.
Éstos, para vengarse, escondieron entre el equipaje de Esopo
una copa de oro consagrada a Apolo, le acusaron de robo sacrílego y le
precipitaron desde lo alto de la roca Hiampa. Posteriormente se arrepintieron,
y ofrecieron satisfacciones y una indemnización a los descendientes de Esopo
que se presentaran a exigirla; el que acudió fue un rico comerciante de Samos,
descendiente de aquel a quien Esopo había pertenecido cuando era esclavo. De
todo este relato se deduce que Esopo fue un esclavo y que viajó mucho con su
amo, el filósofo Janto; también se concede bastante credibilidad al episodio de
su muerte.
Comentario sobre Las Fábulas de Esopo
Por la mención que hace de ellas el historiador Herodoto, se
sabe que las Fábulas de Esopo eran muy populares en la Grecia clásica,
afirmación atestiguada también por Platón y Aristófanes. Conocer a Esopo nunca
fue un privilegio de letrados: además de divulgarse oralmente, sus fábulas se
utilizaban como primer libro de lectura en las escuelas. La recopilación más
antigua conocida es la que hizo en el siglo IV a.C. el retórico Demetrio de
Falero, discípulo de Teofrasto, que reunía alrededor de quinientas fábulas y
que no ha llegado hasta nosotros.
Las colecciones que se conservan completas son de épocas muy
posteriores: la Collectio Augustana, presumiblemente del siglo I o II d. C., la
Collectio Vinobenensis, compuesta por relatos un tanto más coloridos, aunque
con un estilo algo descuidado, y una refundición de las dos anteriores, la Collectio
Accursiana (1479 o 1480), que fue durante mucho tiempo la recopilación más
difundida. Escritas en el lenguaje de su época, y lejos por lo tanto de los
textos originales de la era clásica, estas colecciones contienen un núcleo
primitivo esópico aumentado después y notablemente transformado en el decurso
de los siglos.
El género de la fábula quedó ya definido por Esopo al dotar
a la mayoría de sus cuentos de una serie de características constantes. Las
fábulas de Esopo son breves narraciones compuestas en un estilo sencillo y
claro (como el habla del pueblo al que se dirigen), que tienen habitualmente
como protagonistas a animales dotados de la capacidad de pensar y hablar, y
cuya finalidad es transmitir una enseñanza moral práctica y elemental.
Precedentes de esta forma literaria se encuentran en Hesíodo, que presenta el
ejemplo más antiguo con su relato del azor y el ruiseñor en Los trabajos y los
días, y en la lírica de Arquíloco, con los relatos del zorro y el mono.
La fábula esópica tiene como tema predominante las
relaciones e interacciones sociales que sucede entre los seres humanos, que son
descritas desde una visión irónica del mundo y de las estructuras de poder. Una
de las fábulas más breves dice: "Una zorra miraba con desprecio a una
leona porque nunca había parido más de un cachorro. Sólo uno, respondió la
leona, pero un león". Siendo la enseñanza una moral común y popular: la
prudencia, la moderación, la fidelidad, el agradecimiento, el amor al trabajo. Además
de la astucia que sabe aprovecharse de la estupidez ajena. Mostrando una moral
pragmática y popular, presidida por el sentido común.
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